Innovadora tecnología para reciclar envases impresos

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(AIMPLAS) La innovadora tecnología desarrollada por nueve entidades de Alemania, Inglaterra, Eslovenia y España permitirá dar una segunda vida a material que actualmente se destina a vertederos o que al reciclarse se limita a productos de menor valor como bolsas de basura.

Tras dos años de investigación ha finalizado el proyecto CLIPP, en el que se ha desarrollado una nueva tecnología para mejorar la capacidad de reciclado de films y envases ligeros impresos.

En este proyecto que ha recibido financiación del Séptimo Programa Marco de la Unión Europea han participado nueve socios de Alemania, Inglaterra, Eslovenia y España que abarcan toda la cadena de valor del sector envase.

Tres centros tecnológicos, cinco PYMES y dos grandes empresas que abarcan toda la cadena del valor del producto, incluyendo transformadores de materiales termoplásticos, fabricantes de equipamiento para extrusión de plásticos, empresas de impresión y laminación de films, fabricantes de envases, empresas de reciclado y empresas envasadoras del sector alimentación, que actúan como usuarios finales.
AIMPLAS, FRAUNHOFER-ICT, PCS GREFUSA, EMSUR SAYMOPACK, ALIGOPLAST, SKYMARK, EXTRUDER EXPERTS y GNEUSS han sido los integrantes de esta iniciativa.

Se ha obtenido un material reciclado de mayor calidad de lo que hasta ahora era posible con los procesos existentes y que puede ser empleado en la fabricación de productos de alto valor añadido como films y láminas para embalaje o piezas para los sectores de la automoción y la electrónica.

El plástico representa un 35% del total de materiales utilizados en el sector del envase por las ventajas que ofrece frente a otros materiales: resistencia, bajo peso, buenas propiedades barrera y capacidad de sellado, versatilidad de procesado y de diseño, bajo coste y posibilidad de reciclado. Pero el sector sufre las consecuencias del incremento en el precio de las materias primas, mientras que se enfrenta al cumplimiento de una normativa cada vez más restrictiva para los plásticos en contacto con alimentos y a la vez que se le exige un papel protagonista en la gestión de residuos.

Tintas que complican la reutilización

Por todo ello, para las empresas transformadoras resulta determinante implementar sistemas de recuperación que permitan reutilizar los restos de recortes o descartes que pueden suponer entre el 10% y el 20% de la producción. "El principal problema surge cuando se trata de recuperar restos de films impresos y laminados, ya que los materiales y aditivos empleados habitualmente colorean el material recuperado, obteniéndose films totalmente opacos, quedando su reutilización relegada a productos de bajo valor añadido, como bolsas de basura, tuberías o mobiliario urbano" afirma Vicent Martínez, investigador principal del proyecto en AIMPLAS. Por otra parte, las tintas y adhesivos basados en compuestos orgánicos pueden descomponerse generando gases y vapores que dan lugar a un material con menores propiedades mecánicas.

Hasta ahora se han propuesto diferentes procesos físico-químicos para reciclar este tipo de materiales de forma que puedan eliminarse las tintas, adhesivos y otros contaminantes para ser utilizados en aplicaciones de mayor valor añadido. Se trata de procesos con varias etapas de trituración, prelavados, extracción, etc. que requieren consumos considerables de energía, generan residuos como fangos contaminantes e implican la gestión de disolventes con problemas medioambientales. Todo ello reduce su viabilidad económica y frena su implementación a nivel industrial.

Nueva tecnología para un film de calidad

"La tecnología propuesta en el proyecto CLIPP se basa en un novedoso proceso de extrusión con un sistema de inyección de CO2 que permite extraer los contaminantes presentes en el plástico. Los resultados logrados han permitido obtener un material plástico reciclado con un nivel mucho menor de compuestos orgánicos, menos olor y menor coloración, a la vez que conserva las propiedades mecánicas del material virgen" concluye Vicent Martínez.

Además, el bajo coste del proceso permite un ahorro frente a la utilización de la materia prima original en aplicaciones de alto valor añadido.
Por último, el proceso desarrollado en el proyecto CLIPP tiene una contribución medioambiental neta positiva, al permitir sustituir material virgen por material reciclado que de otra forma se utilizaría en el mejor de los casos para aplicaciones de menor valor añadido, cuando no acabase su vida útil en vertedero o en plantas incineradoras.

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