Tal y como se recoge en el informe Global E-waste Monitor 2017 del programa Ciclos Sostenibles de la Universidad de las Naciones Unidas (UNU), los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos sumaron el pasado año 44,7 millones de toneladas, el equivalente a nueve pirámides de Giza, estimando que en el año 2021 habrán llegado a los 50 millones.
Además, tan sólo se recogieron y recuperaron el 20% de los residuos electrónicos, y ello a pesar de que contienen elementos de gran valor como el oro, la plata, el cobre, el platino y el paladino, calculando que los mismos podrían traducirse en un importe superior a los 55.000 millones de dólares, más que el producto interior bruto de la mayoría de los países a nivel mundial.
A la cabeza en generación de este tipo de desechos se encuentran Australia y Nueva Zelanda, con 17,3 kilos por persona. Por su parte, las Américas produjeron 11,6 kilos por habitante, destinando a reciclado únicamente el 17%, porcentaje que baja en Asia hasta el 15%.
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A la cabeza en generación de este tipo de desechos se encuentran Australia y Nueva Zelanda
La generación de residuos de aparatos electrónicos ha variado en función del material. En el caso de los de pequeño tamaño, representaron 16,8 toneladas en 2016, y, los de gran tamaño, 9,2 toneladas, esperando que para 2020 ambas tipologías crezcan un 4% anual. Los de cambio de temperaturas supusieron 7,6 toneladas, previendo un crecimiento anual del 6%, y los de telecomunicaciones pequeños, representaron casi 4 toneladas, con un crecimiento del 2%.
El frenético avance de las nuevas tecnologías, marcado por el uso de internet y las innovaciones aplicadas en el ámbito de la salud, la educación, las políticas públicas, el entretenimiento o el comercio, han contribuido al aumento de la demanda de equipos electrónicos para gestionar la información.
Respecto a los teléfonos móviles, con 7.700 millones, cabe decir que, a día de hoy, superan al número de personas (7.400 millones), con la particularidad de que la vida media de un celular en Estados Unidos, China y Europa no supera el año y medio o dos años.
En este sentido, el informe revela que 8 de cada 10 personas tiene cobertura celular en el mundo, que casi la mitad de la población usa internet y tiene ordenador con conexión en casa y que, como consecuencia de la conversión de la televisión analógica a la digital, muchos televisores son desechados sin necesidad, con la problemática asociada a los tubos de rayos catódicos.
Además, los precios cada vez más competitivos y económicos de los productos eléctricos y electrónicos han desencadenado un mayor consumismo que motiva su reemplazo cada poco tiempo. De hecho, fueron los artículos que registraron un mayor aumento de ventas en los países en vías de desarrollo durante el período comprendido entre 2000 y 2016.
Una segunda vida
En este marco, el informe abunda en la necesidad de mejorar el ecodiseño de estos aparatos para facilitar su recuperación y que se prime la reparabilidad de los mismos. A pesar de los avances, la situación sigue siendo preocupante, toda vez que tan solo 41 países cuantifican los residuos de esta tipología que se generan y reciclan. En los que no existe regulación al respecto, estos desechos reciben el mismo tratamiento que el resto, con el riesgo asociado a la hora de gestionar sus elementos tóxicos y peligrosos.
Asimismo, propone que se lleve a cabo una mejora de las mediciones para monitorear objetivos e identificar políticas públicas.
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