Sogama, en colaboración con la firma gallega Ecocelta, ha editado un manual sobre vermicompostaje dirigido a todas aquellas familias que quieran gestionar sus residuos orgánicos (restos vegetales frescos, frutas y hortalizas que se generan en las cocinas) a través de la utilización de lombrices de tierra, obteniendo un humus de alto poder fertilizante para el suelo.
Estructurado en diez apartados, el manual pretende servir de ayuda a aquellos usuarios que estén interesados en esta técnica, con grandes posibilidades en el rural, pero también en el ámbito urbano, pudiendo desarrollarse en cualquier domicilio, con independencia de sus características y emplazamiento.
Las lombrices, artífices del sistema
La “Eisenia andrei” es la especie de lombriz más comúnmente utilizada para esta tarea, toda vez que presenta altas tasas de reproducción, digestión y adaptabilidad, siendo capaz cada individuo de ingerir diariamente el 90% de su peso y de excretar el 60% del alimento consumido en forma de humus.
El manual especifica los materiales que deben y no deben ser depositados en el recipiente
Este abono presenta una gran bioestabilidad, además de ser rico en enzimas, ácidos húmicos y fúlvicos, microorganismos y fitohormonas, todas ellas características físico-químicas que le otorgan un gran poder agronómico, favoreciendo el crecimiento vegetal. De hecho, este compuesto mejora la estructura del suelo, contribuyendo a que esté más esponjoso, a que el desarrollo radicular del mismo sea más sencillo y a que presente una mayor capacidad de retención de la humedad, reforzando la resistencia de los cultivos ante plagas y enfermedades.
Para agilizar la operativa, se recomienda que los materiales a introducir en el vermicompostador estén previamente triturados, circunstancia que influirá en la velocidad con la que las lombrices efectúen su trabajo, debiendo vigilar igualmente que la capa en la que se depositen los residuos se encuentre aireada, húmeda y cálida para asegurar el correcto desarrollo del proceso.
El manual especifica los materiales que deben y no deben ser depositados en el recipiente, destacando, entre los primeros, restos vegetales de cocina, de fruta, de poda, posos de café y estiércol, debiendo ser comedidos en el caso del pan, serrín, virutas, cartón, papel y pañuelos sin tintas, cítricos, césped y cáscaras de huevo, que serán aportados en pequeñas cantidades. En ningún caso pueden introducirse en el recipiente aceites, carnes, pescados, restos de coníferas, alimentos salados o avinagrados, y mucho menos plásticos, metales, papel y cartón impresos, y tejidos sintéticos.
Dinámica a seguir
El documento proporciona igualmente una serie de directrices en torno a la recogida del humus y posterior almacenamiento del mismo, toda vez que debe ser sometido a una fase de maduración
En el caso del vermicompostador doméstico utilizado en el programa de Sogama, éste dispone de una población aproximada de 200 lombrices adultas que consumen aproximadamente 450 gramos diarios de materia orgánica y consta de varios módulos o cajas para facilitar la continuidad del proceso, disponiéndose el mismo en posición vertical a fin de que ocupe el menor espacio posible.
En el manual se explica de forma pormenorizada el modus operandi a seguir: desde el propio emplazamiento de las cajas, que en todo caso deben estar colocadas a resguardo de la lluvia, hasta la temperatura ideal para la vida de las lombrices, que se encuentra en torno a los 15ºC, y el control de parámetros tales como el pH, la salinidad y la humedad del cultivo, que debe oscilar entre el 60 y el 80%. También se alude a la conveniencia de esperar a que los huevos eclosionen antes de utilizar el abono, debiendo éste permanecer en fase de secado y maduración alrededor de 1 mes.
En cuanto a la alimentación del sistema vertical, se recomienda una aportación diaria de hasta 500 gramos de restos vegetales de cocina, pudiendo llenar con esta cantidad cada módulo en 30 días, obteniendo, tras la acción de las lombrices, unos 9 kilos de compost en cada uno.
Aplicaciones
El documento proporciona igualmente una serie de directrices en torno a la recogida del humus y posterior almacenamiento del mismo, toda vez que debe ser sometido a una fase de maduración, así como a la necesaria fase de tamizado a fin de mejorar la granulometría del abono y eliminar posibles impurezas.
El producto final se distingue por su color oscuro, inodoro y liviano, no dejando residuos al tacto y resultando eficaz en múltiples aplicaciones: para abonado de cobertura, para cultivos de ciclo largo, germinación de plantas y para árboles y frutales.
Asimismo, en la parte final del documento se especifican toda una serie de preguntas habituales, dando debida respuesta a las mismas.
El manual se encuentra a disposición de los interesados aquí.
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