Ecocelta, empresa medioambiental asentada en la localidad pontevedresa de Ponteareas, ha dado un salto cualitativo y cuantitativo en los últimos años hasta convertirse a día de hoy en todo un referente en la producción de abonos ecológicos. Llegar hasta aquí no ha sido tarea fácil, sobre todo teniendo en cuenta las circunstancias propias de hace más de una década, cuando lo ecológico, tal y como reconoció en Radio Voz Galicia su director, Sergio Quiroga, “no vendía”. Pero él no cejó en su empeño, confiando en que la innovación y la firme apuesta por el I+D hiciesen de la ecología una herramienta con la qu contribuir al desarrollo sostenible. Afortunadamente, y con el paso del tiempo, son cada vez más los ciudadanos que valoran la producción ecológica por los beneficios que ésta entraña para la protección del medio ambiente y garantía de futuro.
La apuesta decidida por la investigación y el desarrollo ha traído consigo para Ecocelta importantes satisfacciones. Prueba de ello son los numerosos premios concedidos por diferentes entidades y que han ayudado a su equipo humano, de carácter multidisciplinar, a lograr una mayor motivación y a redoblar esfuerzos en un proyecto en el que confían plenamente y que les ilusiona. No en vano, más del 50% de su personal se encuentra concentrado en el departamento de I+D, con la particularidad de que la empresa ha cerrado convenios de colaboración con las Universidades gallegas para acoger alumnos en prácticas y ayudarles a completar y a enriquecer su formación académica.
Los inicios de esta firma se circunscribieron a fabricar abonos naturales a partir de materias primas locales, pero poco a poco fue ampliando su campo de actuación, como es el caso de la gestión y el tratamiento de las algas procedentes de la limpieza de playas, que convierten en un excelente abono con el que nutrir los suelos ácidos.
La autogestión de la materia orgánica en aquellos casos en los que resulte factible y la correcta recogida selectiva del resto de las fracciones contribuirá a hacer de nuestra colaboración un ingrediente fundamental de la economía circular
Compostaje y vermicompostaje: diferentes y complementarios
El compostaje y el vermicompostaje constituyen igualmente una de sus señas de identidad. Ambos procesos se complementan y, respecto al segundo, son las lombrices quienes, en su intestino, transforman la materia orgánica en un humus de excelente calidad para el suelo, dando como resultado un producto final libre de patógenos y con un alto contenido en enzimas y fitohormonas que aportan vigor a las plantas y les ayuda a reaccionar mejor ante amenazas externas. Para ejemplificar ambos procesos, Quiroga se refirió al compostaje como la “obtención de zumo de uva” y al vermicompostaje como “el propio vino”, obteniendo en el caso de este último un producto de mayor calidad.
El portavoz de Ecocelta equiparó los fertilizantes artificiales con la función que ejercen los medicamentos, toda vez que un mal uso de los mismos puede derivar en consecuencias negativas para la salud y en un alto grado de contaminación. “Usar productos químicos puede resultar más sencillo y cómodo, pero éstos no nutren realmente las plantas”.
En este sentido, recordó que, en los últimos 50 años, se buscó una mayor productividad del campo, lo que ha supuesto la utilización, casi agresiva, de agentes químicos, provocando un gran desgaste. Sin embargo, reconoce que, en la actualidad, ha emergido una cultura que reclama volver a los orígenes. El paradigma es el fenómeno conocido como “horticultura urbana”, que está contribuyendo a mejorar la calidad de vida en las ciudades.
La educación ambiental como garantía de cambio
La educación medioambiental constituye otra de las actividades que Ecocelta lleva a cabo, pudiendo destacar el programa de visitas a sus instalaciones. “La gente quiere conocer la planta porque les parece algo innovador”. Se muestra convencido de que “el cambio vendrá de la mano de generaciones formadas y concienciadas”, siendo los pequeños, auténticos embajadores del reciclaje, buena prueba de ello.
Quiroga apeló a la responsabilidad compartida y recordó que todos, en nuestra condición de ciudadanos, somos productores de residuos y que todos, sin excepción, debemos contribuir a su reducción, a su reutilización y a su reciclado, transformándolos en recursos. La autogestión de la materia orgánica en aquellos casos en los que resulte factible y la correcta recogida selectiva del resto de las fracciones contribuirá, sin lugar a dudas, a hacer de nuestra colaboración un ingrediente fundamental de la economía circular.
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