Entre los días 16 y 22 de este mes, y bajo el lema “Movilidad inteligente. Economía fuerte”, se celebra la Semana Europea de la Movilidad 2016, un evento con el que se pretende llegar a la conciencia de la población para que ésta reconsidere sus desplazamientos y contribuya a evitar las congestiones de tráfico en las ciudades y su impacto sobre el medio ambiente y la salud.
Gestionada y coordinada en España por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (MAGRAMA), se concibe como una oportunidad para explicar los retos que deben afrontar las ciudades y pueblos de cara a propiciar cambios de comportamiento que permitan avanzar hacia un transporte más sostenible.
Al respecto, cabe señalar que la Comisión Europea ha fijado dos objetivos ambiciosos en este ámbito: eliminar gradualmente los coches diésel de las ciudades de aquí a 2050 y transitar hacia una logística urbana de emisiones cero en los principales centros urbanos de aquí a 2030. Con tal fin, se han establecido cuatro áreas prioritarias de actuación para 2016: innovación, digitalización, descarbonización y ciudadanía.
Una gran parte de la basura urbana producida en Galicia, y que trata en su complejo medioambiental de Cerceda (A Coruña), se desplaza por tren
En este contexto, la pretensión es que las autoridades locales y la población en general entiendan la movilidad sostenible como una inversión para Europa.
Beneficios económicos
Con el eslogan de este año, se quiere destacar el impacto positivo que una movilidad inteligente puede tener sobre la economía, generando igualmente importantes beneficios ambientales y sanitarios para la sociedad en su conjunto, tanto para los ciudadanos como para las empresas.
Todo apunta a que las personas que utilizan medios de transporte no motorizados, no sólo son más productivas en sus puestos de trabajo, sino que gozan de una mayor salud, y los niños que caminan o van en bicicleta presentar un mayor rendimiento escolar.
Asimismo, también se propicia el aumento, en un 40%, del comercio en las zonas peatonales, atribuyendo mayor valor aquellas viviendas que cuentan con infraestructuras para bicicletas y un servicio de transporte público eficaz.
Cabría señalar aquí la experiencia del ayuntamiento de Copenhague (Dinamarca), convencido de que tenía más sentido invertir en aparcamientos para bicicletas que para coches, argumentando que los primeros generan 4,5 veces más ingresos que los segundos. Y esto es así porque, a su juicio, ocho ciclistas usarán el mismo espacio de aparcamiento que ocupa un coche y gastarán más dinero que un solo conductor.
De todo ello se deduce que la inversión en la construcción de infraestructuras destinadas al transporte público y no motorizado es una fuente de ahorro para las administraciones públicas, con la particularidad de que la integración de modos de transporte alternativos puede abrir la puerta a nuevos mercados dinámicos. Es el caso de los servicios de movilidad compartida, los sistemas de transporte inteligente (STI), el desarrollo de aplicaciones para smartphones y el impulso de soluciones más sostenibles de transporte de mercancías en zonas urbanas.
Renfe estima que, en un plazo de 10 años, Sogama conseguirá mover por ferrocarril 3.750.000 toneladas de residuos
La contribución ed Sogama
El modelo Sogama constituye un claro ejemplo a seguir en el ámbito de la movilidad sostenible, pues una gran parte de la basura urbana producida en Galicia, y que trata en su complejo medioambiental de Cerceda (A Coruña), se desplaza por tren.
Renfe estima que, en un plazo de 10 años, Sogama conseguirá mover por ferrocarril 3.750.000 toneladas de residuos, lo que supondrá el ahorro de 22.300 toneladas de emisiones de CO2 y de 800.000 litros de gasoil cada año.
El transporte de residuos por ferrocarril trae consigo importantes ventajas medioambientales y sociales, pues, además de reducir la huella de carbono, propicia una mayor seguridad, ya que, en términos generales, presenta una baja siniestralidad; posibilita el incremento de la carga útil (mientras un camión puede trasladar un solo contenedor con capacidad para 20 toneladas, un convoy de ferrocarril puede desplazar hasta 30 unidades en un solo viaje); elimina el colapso circulatorio provocado por los vehículos pesados, reduciendo igualmente el impacto paisajístico y las molestias ocasionadas a los ciudadanos; y ahorra tiempo, propiciando una mayor puntualidad y sincronización.
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