Una hoja de ruta para la descarbonización del sector de la construcción

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Fundación CONAMA
La filosofía de la Fundación Conama es crear puntos de encuentro donde escuchar a todos y promover la colaboración entre los diferentes interlocutores del sector ambiental para establecer redes que permitan avanzar en un desarrollo sostenible.

Dolores Huerta, directora general de Green Building Council España (GBCe), nos da las claves de la reciente publicación de “La hoja de ruta para la descarbonización del sector de la edificación”, que recoge un conjunto de hitos y acciones claves para alcanzar las cero emisiones netas.

Con los precios de la energía disparados se hace más importante que nunca pensar en medidas que nos ayuden a fomentar la efectividad, el ahorro eléctrico y la reducción de emisiones en todos los sectores. En España, el sector de la edificación es responsable  del 30,1% del consumo de energía final y el 25,1% de las emisiones. En este sentido, Green Building Council España (GBCe) ha lanzado La hoja de ruta para la descarbonización del sector de la edificación con el objetivo de recoger un conjunto de hitos y acciones claves para alcanzar las cero emisiones netas. Dolores Huerta, directora general de GBCe, nos cuenta los puntos clave de esta hoja y las transformaciones que deberemos acometer en los próximos años. Este documento se enmarca, además, en el proyecto #BuildingLife, del que es embajadora Alicia Torrego, directora de Conama.

Pregunta: En la hoja de ruta se plantea que, en 2050, todos los edificios, sean de obra nueva o existentes, deberán ser de carbono neto cero en todo su ciclo de vida. ¿Qué transformaciones serían necesarias para conseguir este objetivo?

Respuesta: Actualmente tenemos retos muy importantes para alcanzar el objetivo de 2050. Por un lado, hay que mejorar la eficiencia y descarbonizar del uso del parque de edificios existente, ya que su estado es muy obsoleto. Por el otro, los edificios de nueva construcción tienen emisiones embebidas, -es decir, emisiones asociadas a la construcción y no al uso- que no se están midiendo y que, por lo tanto, hacen difícil evitarlas. Se deberían, por tanto, establecer indicadores en este sentido. Por último, se deberían poner en marcha medidas que permitan la circularidad del proceso constructivo. De esta manera, conseguiríamos pasar de los residuos a los llamados materiales de segunda generación, y que puedan seguir utilizándose en las futuras construcciones.

P.- ¿De qué manera pueden contribuir los fondos del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia a la descarbonización en la construcción?

R.- Los fondos Next Generation son una oportunidad única para reforzar la estrategia nacional de rehabilitación y acelerar las intervenciones en el parque edificado. Creemos que es urgente medir y limitar la huella de carbono de los edificios en todo su ciclo de vida, precisamente para que todas las emisiones desconocidas salgan a la luz y se acometa su recorte.

En otros países europeos como Finlandia, Dinamarca, Francia o Reino Unido, ya se está midiendo, mientras que en España solo se está haciendo de manera voluntaria. No hay estrategia, ni reglamentación que incluya una visión de la descarbonización del ciclo de vida de los edificios. Es más, en el borrador de propia directiva de la Unión Europea sobre eficiencia energética, que se aprobará previsiblemente este año, ya se habla de incluir el Global Warming Potencial, que es el indicador de carbono, en el certificado de eficiencia energética o en los documentos que acompañan al edificio. Debemos aprovechar la oportunidad e ir adaptándonos y acelerando estos cambios, ya que hasta entonces todo lo que estamos construyendo lo estamos haciendo fuera de estos marcos y después será más complejo reducir esas emisiones.

P.- ¿Qué oportunidades económicas o sociales podría impulsar la descarbonización de la edificación?

R.- Respecto a mejoras sociales, la propia rehabilitación es una herramienta para hacernos más resilientes al cambio climático y luchar contra la pobreza energética. Económicamente, también supone una buena oportunidad, ya que, solamente en rehabilitación, calculamos que se generaría más de 100.000 puestos de trabajo al año. Además, hasta hace unos meses hay un apetito financiero por invertir en los edificios y podría ser un impulso para la transformación del sector inmobiliario y también para actividades adyacentes de materiales y construcciones.

P.- La hoja está formada por ocho importantes hitos para los próximos años. ¿Qué novedades aportan?

R.- Uno de los grandes hitos disruptivos de la hoja de ruta es el de la medida de limitación del carbono en todo el ciclo de vida del edificio. Esto supondría tener que otorgar un presupuesto limitado de carbono a la hora de construir un edificio, lo que cambia enormemente su planteamiento y los materiales que se eligen.

Otro punto importante es la incorporación a partir de 2027 de los Estándares Mínimos de Comportamiento Energético, conocidos como MEPS por sus siglas en inglés. Este hito marca por primera vez una fecha a partir de la cual no se podrán vender, comprar o alquilar edificios y viviendas con una mala certificación energética. Sin duda, se trata de un mensaje claro a la sociedad de que la responsabilidad de la descarbonización recae sobre todos y que hay que actuar de manera urgente.

Entre estos hitos, también cabe señalar la necesidad de incrementar el ritmo de rehabilitación y autoconsumo para acelerar la implantación de las renovables de proximidad para que la energía y la construcción vayan de la mano.

P.- En la hoja de ruta también se habla de la revalorización de los residuos de construcción. ¿Cuál es el estado de la economía circular en este sector en España?

R.- Lamentablemente, no hay muchos datos al respecto todavía y queda mucho trabajo por hacer. Desde el sector, ya hay una gran parte concienciada en que hay que hacer cambios y se están dando pasos al respecto para aplicar herramientas que ayuden a la circularidad (el pasaporte de materiales, construcciones reversibles, etc.) También, se están explorando proyectos de innovación que permitan desmontar edificios y reutilizar los materiales o incluso iniciativas de renting o alquiler para recuperar materiales. Los cambios son aún muy incipientes, pero esperemos que haya un impulso en los próximos años. Es necesario el compromiso de todos, tanto del sector como de la administración y la propia ciudadanía.

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