Las cifras del desperdicio textil: alrededor del 90% de los residuos textiles acaban en vertederos

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  • cifras desperdicio textil: alrededor 90% residuos textiles acaban vertederos
  • La sesión técnica Residuos del sector textil de Conama 2018 pretende abordar el flujo de residuos textil a través del acercamiento a la cadena de valor, el análisis de su producción, el cumplimiento de los objetivos europeos, los diferentes modos de gestión, la responsabilidad ampliada del productor y las innovaciones existentes para aprovechar este flujo de residuos.

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Fundación CONAMA
La filosofía de la Fundación Conama es crear puntos de encuentro donde escuchar a todos y promover la colaboración entre los diferentes interlocutores del sector ambiental para establecer redes que permitan avanzar en un desarrollo sostenible.

Al descorrer ligeramente la cortina del panorama textil en España, lo primero que se vislumbra es que los datos (complejos y variables ante la falta de una única entidad que coordine el asunto) son alarmantes: alrededor del 90% de los residuos textiles acaban en los vertederos, y entre el 5% y el 8% es depositado en contenedores para su posterior reciclaje y reutilización. Por ello, ante la necesidad de abordar el problema de una manera integral y dar cumplimiento a las normas europeas, la sesión técnica Residuos del sector textil  (ST-25) de Conama 2018 pondrá sobre la mesa soluciones y experiencias exitosas traídas de otros países.

Para entender la gestión de residuos (textiles y no textiles), se puede pensar en una pirámide donde la base es la prevención, es decir, el consumo responsable y el ecodiseño de los productos. Cuando las sociedades más avanzadas y comprometidas con el medio ambiente han hecho los deberes en este escalón, los sucesivos se reducen considerablemente. El segundo peldaño es la reutilización a través casi siempre de tiendas de segunda mano, y el tercero el reciclaje, que incluye tanto el upcycling (o reciclaje para crear un producto con igual o mayor valor añadido) como el downcycling(o reciclaje en un producto con menor valor añadido, como por ejemplo el uso de la ropa para crear trapos de limpieza o materiales aislantes)

Los últimos escalones son donde, idealmente, menos residuos deben llegar, ya que no solucionan el problema y es donde el impacto sobre el medio ambiente es mayor. Estos son: la incineración para conseguir energía (solo para los residuos textiles que no pueden ser reutilizados ni reciclados por su estado o sus especiales características) y la disposición en vertederos

Si en el año 2000 nos poníamos una chaqueta 200 veces hasta desecharla, ahora solo lo hacemos 128 veces.

En España esta pirámide se encuentra invertida, ya que el 90% de los residuos textiles se desechan. “Cada año, más de 900.000 toneladas de residuos textiles acaban en los vertederos en España. En contraste, en contenedores se recogen entre 85.000 a 90.000 toneladas de desechos de textil, que representa menos del 10% del total”, cuenta Igor González, presidente de la asociación Ecotextil y miembro del comité técnico que prepara la sesión de Conama 2018.

González habla de la necesidad de crear un ente semejante a Ecoembes o Ecovidrio, es decir, una entidad sin ánimo de lucro que coordine todos los flujos del proceso productivo, empezando por instaurar la responsabilidad ampliada del productor (quien contamina, paga). “Se pagaría una tasa por tipo de material textil que variaría en función de su reciclabilidad; se firmarían convenios con entidades locales o mancomunidades; el dinero aportado sería esencialmente para una contenerización adecuada, sensibilización y un gran desarrollo de ecodiseño en el sector, fomentado la economía circular”, aclara.

Sin embargo, aunque los expertos calculan que debería haber un contenedor de textil por cada 300-500 habitantes, actualmente hay un contenedor por cada 3.000–5.000 habitantes. “Al no existir esa entidad sin ánimo de lucro o SCRAP [Sistemas Colectivos de Responsabilidad Ampliada del Productor], los contenedores son propiedad de los gestores, que los rotan en función de la adjudicaciones municipales, las cuales no velan por la sostenibilidad sino más bien por un interés económico”, apunta González, quien también es el director de residuos de Eurocontrol del grupo Técnicas Reunidas.

Ir al origen del problema 

Para atajar el problema de raíz hay que trabajar también en la base de la pirámide, es decir, con el ecodiseño de las marcas y la concienciación por parte del consumidor. En este caso los datos tampoco son halagüeños, ya que The fiber year consulting y la marca Lenzing estiman que, a nivel mundial, el 60% de los materiales que se emplean en la fabricación de ropa son sintéticos, en su mayoría poliéster.
 
Gema Gómez, fundadora y directora de la plataforma Slow Fashion Next, e integrante del comité técnico que prepara la sesión de Conama 2018, cuenta que, desde su trinchera, han creado Moda Impacto Positivo, un directorio de moda sostenible que por ahora incluye marcas en 10 países y que se va enriqueciendo poco a poco. Sin embargo, muchas son marcas que no están al alcance del comprador medio, que en los últimos años ha disparado su nivel de consumo.

En cuanto a otros modelos de negocio existentes en el norte de Europa, donde la ropa no se compra sino que se alquila por un cierto tiempo y luego se devuelve para repararla o para cambiarla por prendas nuevas, aún tardarán en llegar a España.

En España, el 90% de los residuos textiles se desechan 

Según el estudio de la Ellen Macarthur Foundation y la Circular Fibres Initiative, publicado en noviembre de 2017 y titulado Una nueva economía textil: rediseñar el futuro de la moda, del año 2000 al 2015 se duplicó la producción de prendas a nivel mundial, pasando de 50.000 millones de prendas a 100.000 millones. Además, en ese mismo periodo, el uso de la ropa disminuyó un 36%. Es decir, que si en el año 2000 nos poníamos una chaqueta 200 veces hasta desecharla, ahora solo lo hacemos 128 veces.
 
“Podemos centrarnos en mejorar el sistema de reciclaje, pero si no nos enfocamos en la conciencia del consumidor vamos directos al desastre. El fast fashion ha pasado a ser ultra fast fashion, y las cifras de producción siguen aumentando en la medida en que el PIB de los mercados emergentes mejora”, dice Gómez.
 
En cuanto al tercer escalón de la pirámide, el reciclaje, el problema es que prácticamente todo se hace de manera mecánica. Se quitan los botones, las cremalleras, las hebillas y los embellecimientos y luego la ropa se rasga para conseguir fibra a través del deshilachado. Sin embargo, lo que se obtiene es un producto de menor calidad en las fibras. Además, “los métodos actuales de separación y reciclado no solventan la separación de elementos contaminantes presentes en las prendas, como tintados, pinturas y aprestos, y tampoco son eficientes en cuanto al reciclado de los materiales mezclados”, señala el blog de Slow Fashion Next.
 
Por ello, el futuro parece estar en el reciclado químico, donde el material que se obtiene tiene la misma pureza que uno virgen y con menores costes. Marcas como Evrnu en Estados Unidos, o Worn Again, en Gran Bretaña, ya lo están haciendo, pero por ahora no hay ninguna en España. “Reutilizar las materias de las prendas es clave para generar una economía circular. No olvidemos que, para producir el algodón de una única camiseta, se necesitan 2.700 litros de agua, que es lo que bebe una persona en tres años”, apunta Gómez.

Francia pone el ejemplo

Desde 2007, el país galo cuenta con una ley de responsabilidad ampliada del productor para los textiles (LOI n° 2006-1666 de 21/12/2006), algo que, según González, es prioritario que también se implemente en España.
 
Esta ley se aplica a la ropa, el lino y el calzado (TLC, por sus siglas en francés), y convierte en responsables a los productores e importadores de TLC para organizar la recolección y el procesamiento posterior al consumo. Así, EcoTLC es el único ente autorizado para recoger la ropa y el calzado, y se ha conseguido que el 97% de todos los productores e importadores de TLC en Francia sean miembros de este organismo. Para financiarse, los miembros de EcoTLC pagan una tarifa a la organización de acuerdo con las cantidades de textiles y calzado que colocan en el mercado cada año.
 
Los objetivos actuales del país son que, para 2019, el 50% de los TLC comercializados sean recogidos por separado después del consumo y, el 95% de ellos, sean reutilizados o reciclados. Únicamente el 2% podrán terminar en el vertedero. Para lograr esta tasa de recolección, se estima que deberían crearse puntos de recolección por cada 1.500 habitantes.

Para producir el algodón de una única camiseta, se necesitan 2.700 litros de agua, que es lo que bebe una persona en tres años.

En España, el Plan Estatal Marco de Gestión de Residuos 2016-2022 establece el objetivo de alcanzar el 50% de preparación para la reutilización y el reciclado en 2020, mientras que la Directiva UE 2018/851 señala que, para 2025, el 55% de los residuos municipales tendrán que estar preparados para su reutilización y reciclado.
 
“España está muy lejos de poder llegar a este objetivo. Los datos varían mucho entre los diferentes gestores. Esto no sucedería si estuvieran homologados por un SCRAP, con mecanismos de control y seguimiento, dando datos fiables. Los grandes productores tienen que ser conscientes de las exigencias europeas. Los Estados miembros deberán establecer, antes del 1 de enero de 2025, la recogida selectiva de textiles. Además, todo esto irá acompañado de unos objetivos de no eliminación en vertedero”, indica González.

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