Ecologistas en Acción lanza ’Basuras marinas, plásticos y microplásticos’, un estudio que recoge una amplia revisión bibliográfica de más de 300 publicaciones científicas internacionales y proporciona un completo resumen sobre los orígenes, impactos y consecuencias de las basuras marinas. De acuerdo con las autoras, dependiendo de las fuentes consultadas se estima que cada año entran en el océano entre seis y ocho millones de toneladas de basuras marinas, de las que los plásticos representan más del 80 %. Además, el 80 % de la entrada de basuras marinas se produce desde fuentes terrestres. Por ello, concluyen que el origen de este problema radica en “el enfoque del ciclo de vida: el modelo lineal que siguen los recursos utilizados, desde su fabricación a su posterior descarte, a menudo tras un solo uso y durante un tiempo corto, generando una acumulación incesante de residuos”.
En cuanto a los efectos de estas basuras, el informe pone de relieve que, de acuerdo con estudios recientes, más de 690 especies han tenido alguna interacción con las basuras marinas. La persistencia de los plásticos en la naturaleza puede conducir a serios riesgos para el ser humano y la fauna salvaje, produciendo cambios en los ecosistemas, exposición a sustancias químicas, efectos letales y subletales debido a su ingestión, así como al atrapamiento con elementos de plástico por parte de la fauna marina.
Ecologistas en Acción alerta de que la ingestión de microplásticos por organismos de los eslabones inferiores de la cadena trófica puede ser una ruta de entrada para niveles superiores de esta cadena a través del consumo de presas previamente contaminadas por estos elementos, que pueden llegar hasta el ser humano.
Las basuras marinas son un desafío global intersectorial que no reconoce fronteras geográficas o políticas
Las basuras marinas afectan a hábitats, especies y ecosistemas; a la salud humana y la seguridad; y a sectores económicos como la pesca, el turismo y la navegación. Así, las basuras marinas se convierten en uno de los mayores problemas de contaminación a nivel mundial de la época actual.
Este problema de contaminación, que “junto con el cambio climático es la amenaza global de este siglo para nuestros océanos”, no reconoce fronteras geográficas ni políticas. Se encuentran a lo largo y ancho del planeta. A pesar de la creciente preocupación social y de la incipiente actuación de los organismos gestores nacionales e internacionales, sus impactos ecológicos y socioeconómicos suponen actualmente una grave amenaza. El informe culmina con un análisis del modelo actual de consumo y reciclaje. También contiene una propuesta de medidas a adoptar, tanto a nivel individual como estructural y de modelo social. Como recuerda Ecologistas en Acción, cada vez son más las voces que señalan como solución la lucha contra el problema en su origen, aplicando el principio de las seis R: Reducir, Reutilizar, Reciclar, Rediseñar, Recuperar, Reemplazar.
Basuras marinas
Las basuras marinas son un desafío global intersectorial que no reconoce fronteras geográficas o políticas. A pesar de la creciente preocupación a nivel social y de la incipiente actuación de los organismos gestores nacionales e internacionales, las basuras marinas y sus impactos ecológicos y socioeconómicos suponen hoy día una grave amenaza para el medio marino y costero y para los medios de vida humanos. Afectan a hábitats, especies y ecosistemas; a la salud humana y la seguridad; y a sectores económicos tales como la pesca, el turismo y la navegación, convirtiéndose en uno de los mayores problemas de contaminación a nivel mundial de la época actual. Su persistencia en la naturaleza puede conducir a riesgos serios para el ser humano y la fauna salvaje, produciendo cambios en los ecosistemas, exposición a sustancias químicas, y a efectos letales y subletales debido a su ingestión, así como al atrapamiento por parte de la fauna marina.
Se encuentran presentes a lo largo y ancho del planeta, estimándose que cada año entran en los océanos entre 6,4 y 8 millones de toneladas; y aunque existen diversos tipos, se trata en su mayoría de plásticos. Hoy en día es difícil encontrar un producto que no contenga plástico, desde los forros polares hasta el material quirúrgico. Sobre todo, y representando un 40% de la demanda de este material, vivimos rodeadas de múltiples formas de envases y embalajes de plástico. Y es que, aunque existen diversas fuentes de procedencia (transporte marítimo, sector de la pesca, turismo, náutica, etc.), las basuras marinas se componen eminentemente de nuestros residuos terrestres. Así todo, una vez entran en el medio marino, se distribuyen por todas las cuencas hasta llegar a sitios tan lejanos de sus fuentes de procedencia como los polos o los fondos oceánicos, tendiendo a acumularse en las zonas de giros oceánicos y zonas de menor energía hidrodinámica.
A medida que pasa el tiempo y bajo el efecto de la radiación solar y otros procesos químicos, físicos y biológicos, los plásticos pierden resistencia y se fragmentan en partículas sin sufrir necesariamente una alteración de su composición química. Es entonces cuando hablamos de microplásticos: pequeños fragmentos de plástico, por lo general de menos de 5 mm. Las interacciones que se producen entre estos materiales en el medio marino son diversas y complejas. Los efectos más conocidos son los de las basuras marinas “grandes”, los macroplásticos, asociándose generalmente a animales muertos, debilitados o varados por consecuencias relacionadas con enmallamientos y atrapamientos, sofocación, o ingestión.
Pero el abanico de impactos es mucho más amplio y variado, habiendo algunos menos intuitivos a simple vista pero igualmente importantes. La persistencia de los plásticos en la naturaleza puede conducir a riesgos serios para el ser humano y la fauna salvaje, incluyendo la exposición a sustancias químicas, que bien están presentes en la composición de estos plásticos o bien han sido adsorbidos en ellos en el medio marino. Además, pueden facilitar la propagación de especies invasoras, siendo éste último un problema especialmente amenazante para las regiones polares, como el ecosistema del Ártico, que a su vez es una de las áreas del planeta que más rápido se está calentando. En definitiva, la degradación de los ecosistemas debido a la abundancia de basuras marinas y microplásticos es evidente e innegable.
El camino hacia la sostenibilidad ha de orientarse, entre otras, hacia una economía del plástico más circular, reduciendo el uso de materias primas y disminuyendo la cantidad de residuos que generamos. En particular, es fundamental aumentar el reciclado de plásticos, y dado que el 40 % del plástico producido en Europa se destina a la producción de envases, la introducción de sistemas de depósito y retorno de envases (SDDR) es una medida imprescindible cuya eficacia está además demostrada. Unido a lo anterior, debemos gestionar la dependencia que tenemos de este material omnipresente, y son opciones eficaces tanto la reducción del consumo de plástico de uso cotidiano, relegándolo sólo a aquellas aplicaciones en las que es realmente necesario, como la sustitución por otros materiales más sostenibles.
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