Andalucía no adapta su sistema de gestión de residuos urbanos a la normativa europea

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  • Andalucía no adapta sistema gestión residuos urbanos normativa europea
  • Un estudio desarrollado por investigadores de la Universidad de Sevilla pone de manifiesto que el actual sistema de gestión de residuos urbanos en Andalucía no se adapta a los criterios europeos, lo que supone un obstáculo al cumplimiento de los objetivos de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero que se han marcado a España en su conjunto.

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Para que el sistema de gestión de residuos urbanos (RSU) en Andalucía fuera eficiente se requeriría casi triplicar dicha tasa, según un estudio realizado por científicos de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de la Universidad de Sevilla. Si se compara con el resto de regiones europeas con un sistema de gestión de RSU basado en vertederos controlados (como Andalucía), los resultados indican que la valorización energética es siempre la mejor alternativa desde el punto de vista de emisiones de gases de efecto invernadero.

“Es más, de entre las tecnologías de valorización energética, el empleo de tecnologías basadas en gasificación supone una ventaja muy interesante para Andalucía, puesto que podría integrarse en las plantas de tratamiento mecánico y biológico (TMB) que existen a día de hoy”, afirma el profesor de la ETSI, Pedro García Haro.

Según los datos de la agencia Europea EUROSTAT, 13 de los 28 países de la UE siguen vertiendo más del 50% de sus residuos sólidos municipales principalmente ubicados en el sur y el este de Europa. En esta lista, España se encuentra en la posición 7ª de 28 por la cola con una tasa de vertido de 251 kg por persona y año. Sin embargo, los expertos denuncian que la situación en Andalucía “es significativamente peor ya que casi el 80% de los RSU son depositados en vertedero”, añade.

13 de los 28 países de la UE siguen vertiendo más del 50% de sus residuos sólidos municipales

Ante esta realidad, los investigadores proponen un sistema capaz de convertir el residuo de una forma más controlada, básicamente en dos pasos: primero el sólido se convierte a gas en condiciones reductoras (es decir, con poca presencia de oxígeno); después el gas generado se quema muy eficientemente y de forma controlada en un equipo convenientemente optimizado.

“La gran ventaja medioambiental de este método frente a la incineraciones que en condiciones reductoras se minimiza la generación de sustancias tóxicas. La eficiencia energética del proceso es, por otra parte, similar a la de la incineración”, dice García Haro.

El valor medioambiental de la gasificación, por tanto, sería evitar la emisión de hasta 300 kg de COequivalente por tonelada de RSU tratada, mientras que el impacto económico sería aumentar la tasa de gestión de los RSU. La transformación del sistema actual de gestión de los RSU supondría fomentar, además, actividades industriales sostenibles y necesarias para cumplir con los objetivos de lucha contra el cambio climático a los que Europa se ha comprometido.

Hoy día existen ya experiencias industriales en este sentido en Finlandia de forma continuada desde 1998, así como experiencias piloto en Alemania, Noruega y, sobre todo, en el Reino Unido donde la tasa de gestión de RSU es significativamente más alta que en el resto de países, “lo que claramente denota el interés en promover la valorización energética como método de gestión para la fracción de los RSU que no se pueden reciclar”.

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