Una empresa olivarera andaluza cuenta ya con una planta piloto capaz de convertir los alpechines (desechos del aceite de oliva) en calor y electricidad. La instalación, construida gracias al proyecto financiado con fondos europeos BIOGAS2PEM-FC, se construyó en noviembre de 2014 y generará beneficios económicos y ambientales en una región de España predominantemente agrícola y con poco desarrollo industrial.
El aceite de oliva es fundamental para la economía de esta región. En España se produce el 50 % del aceite de oliva mundial y el 73 % de este procede de Andalucía. Las exportaciones de aceite de oliva en 2013 procedentes de esta comunidad se valoraron en 1 500 millones de euros. España superó recientemente a Italia como líder en este mercado en Estados Unidos y Japón. Abastecer la demanda mundial logrando una producción sostenible resulta fundamental.
En BIOGAS2PEM-FC se concedió especial importancia al tratamiento de los residuos generados en la producción del aceite de oliva, especialmente dañinos para el medio ambiente y cuya eliminación resulta cara. Estos residuos contienen pesticidas y compuestos orgánicos tóxicos, son ácidos y poseen una salinidad elevada. Su destino tradicional ha sido el vertedero, pero esta opción no resulta viable a largo plazo.
En el proyecto BIOGAS2PEM-FC se estudió el desarrollo de tecnologías innovadoras con las que convertir los alpechines en electricidad. Se desarrolló así un subsistema en tres etapas, el primero de los cuales consiste en una reacción de digestión anaerobia con la que producir biogás a partir de los residuos. El proceso, utilizado a menudo para gestionar residuos y producir combustibles, se basa en el empleo de microorganismos para descomponer el material biodegradable en ausencia de oxígeno. La digestión anaerobia es un método interesante para tratar residuos sólidos debido a que permite estabilizar enormemente los residuos y obtener energía sin necesidad de pretratarlos.
El segundo paso implica la conversión del biogás en otro gas rico en hidrógeno, para convertirlo durante la última fase en electricidad mediante pilas de combustible que transforman la energía química del combustible en electricidad gracias a una reacción química basada en un agente oxidante como por ejemplo el oxígeno.
En el proyecto se han unido las tres etapas para crear una planta de procesamiento de residuos con la que generar calor y electricidad para su uso en la propia almazara.
Los investigadores participantes en el proyecto obtuvieron una subvención de 1,1 millones de euros del Séptimo Programa Marco y confían en que su innovación influirá positivamente en la producción de aceite de oliva. Se calcula que las almazaras producen de media unos treinta millones de metros cúbicos de alpechines durante los entre tres y cuatro meses que dura cada año el intensivo proceso de producción. Estos residuos bien podrían emplearse para producir biogás.
En octubre de 2014 se celebró en Málaga (España) una reunión final del proyecto para revisar los logros y visitar la planta piloto. Como resultado se obtuvo un sistema de generación termoeléctrica modular, rentable y eficiente apto para la generación eléctrica distribuida e in situ a partir de residuos agrícolas. Además, la tecnología podría utilizarse para tratar otros tipos de residuos agrícolas y abrir paso así a una amplia gama de oportunidades comerciales.
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