Un informe de Greenpeace publicado hoy revela altos niveles de estroncio en el agua cerca del complejo Mayak de Rosatom. En este lugar ocurrió hace hoy 60 años un accidente nuclear, llamado accidente de Kysehtym por el nombre de la ciudad cercana más conocida. Hoy en día se continúa contaminando el río Techa con sustancias radiactivas y amenaza a las miles de personas que viven en una docena de pueblos a orillas del río, que utilizan su agua, comen pescado y pastan allí su ganado.
La explosión ocurrió en la noche del 29 de septiembre de 1957 en la planta de separación de plutonio. Se clasificó 6 en la escala INES, lo que lo convierte en el tercer desastre nuclear más grave después de Chernobyl y Fukushima. Afectó el área de 20.000 kilómetros cuadrados poblados por cerca de 270.000 residentes.
A fines de agosto de 2017, expertos de Greenpeace tomaron muestras de agua y peces del río Techa. Los resultados muestran altos niveles de estroncio-90 en el agua. Se encontró alta actividad de estroncio-90 en las muestras de peces, y sus trazas fueron detectadas en carne y verduras. El estroncio-90 es fácilmente absorbido en el cuerpo humano porque químicamente imita al calcio. De esta manera, conduce a una exposición interna a la radiación.
"Los aldeanos han estado luchando por sus derechos durante varias décadas, mientras que Rosatom y las agencias gubernamentales han persistido en negar las consecuencias desastrosas de la contaminación para la población local. Rosatom niega la contaminación continua, aunque sabemos que los residuos radiactivos líquidos son descargados al medio ambiente. La gente local todavía sufre de enfermedades causadas por la exposición prolongada a la radiación", dice Rashid Alimov, coordinador del proyecto antinuclear de Greenpeace Rusia.
El secretismo alrededor de Mayak y la inacción y falta de transparencia de Rosatom en general, hacen difícil evaluar la escala completa de la exposición de la gente y el número total de personas afectadas.
"Mayak no era una central nuclear, procesaba residuos radiactivos. Los accidentes nucleares pasan y se sabe cuándo empiezan pero no cuándo acaban. La única manera cierta de que no vuelvan a ocurrir es abandonar la energía nuclear", ha declarado Raquel Montón, responsable de la campaña antinuclear de Greenpeace.
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