Un tercio de los alimentos que se producen para consumo humano acaban desperdiciados

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  • Así se puso de relieve en el VI Punto de Encuentro AECOC celebrado en Madrid a finales del pasado mes de septiembre y en el que participaron cerca de 250 profesionales vinculados al sector de la alimentación.
  • Ignacio Trueba, representante en España de la FAO, destacó, entre otras cuestiones, que “si el desperdicio alimentario fuera un país, sería el tercero del mundo que más gases de efecto invernadero produciría”.
  • Asimismo, mostró su preocupación por el incremento del hambre en el mundo y subrayó la importancia de la cooperación entre los distintos actores para poner fin a la misma.
  • Según datos de la FAO, con la cuarta parte de lo que se desperdicia y se tira, se podría resolver el problema del hambre y se contribuiría a lograr el Hambre Cero sin tener que aumentar los costes de producción.

Sobre la Entidad

SOGAMA
La Sociedade Galega do Medio Ambiente (SOGAMA) es una empresa pública autonómica, creada en el año 1992 por el Decreto 111/1992 de la Xunta de Galicia, y adscrita a la Consellería de Medio Ambiente, Territorio e Infraestruturas.

Un tercio de los alimentos que se producen en el mundo para el consumo humano acaban desperdiciados, dando lugar a un problema con graves implicaciones ambientales, económicas, sociales y morales.

No obstante, algo está cambiando y se percibe una mayor sensibilización al respecto por parte del conjunto de la sociedad. Así se puso de manifiesto en el VI Punto de Encuentro AECOC (Asociación de Fabricantes y Distribuidores), celebrado en Madrid el pasado 27 de septiembre, y en el que se dieron cita cerca de 250 profesionales del sector (directivos, portavoces de la Administración Pública, bancos de alimentos y asociaciones profesionales y de consumidores)

Ignacio Trueba, representante en España de la FAO, destacó, entre otras cuestiones, el impacto ambiental que este fenómeno genera, asegurando que “si el desperdicio alimentario fuera un país, sería el tercero del mundo que más gases de efecto invernadero produciría”, una comparativa que ilustra perfectamente sus negativas consecuencias para el entorno.

Incidió, asimismo, en la necesaria cooperación entre los distintos actores, recordando que, por tercer año consecutivo, ha aumentado el hambre en el mundo, llegando a los 821 millones de personas subalimentadas, una cifra que se acerca a las tasas de hace casi una década.

Igualmente, puso de relieve el momento favorable que está experimentando nuestro país de cara al Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 2, toda vez que, el pasado 18 de septiembre, se constituyó la Alianza Parlamentaria Española en favor del Derecho a la Alimentación, de la que forman parte 160 diputados y senadores de diferentes partidos políticos y, una semana después, se presentó el Observatorio del Derecho a la Alimentación, una red de instituciones académicas que busca garantizar el derecho a la alimentación adecuada a través de la investigación multidisciplinar. Aludió igualmente a la Cumbre Parlamentaria Mundial contra el Hambre, que reunirá los próximos días 29 y 30 de octubre a legisladores de todo el mundo.

Por su parte, Naiara Sáez, directora de Comunicación y Transferencia de Cetaqua, dejó constancia del impacto que tiene el desperdicio alimentario en la huella hídrica, señalando que, en el caso de España, lleva acompañado un derroche de agua equivalente a 131 litros por persona y día, lo que equivale a una bañera entera de grandes dimensiones.

Aprovechar excedentes

Los participantes en este evento coincidieron en señalar la importancia de las acciones de formación, divulgación y concienciación social en la materia, así como la necesidad de prevenir las ineficiencias que acaban generando desperdicio y el papel que puede desempeñar la investigación e innovación de cara a optimizar el aprovechamiento de excedentes alimentarios en un marco de economía circular.

Todo apunta a que, en el año 2050, habrá 2.000 millones de personas más en el mundo, resultando necesario producir un 50 % más de alimentos. Según datos de la FAO, con la cuarta parte de lo que se desperdicia y se tira, se podría resolver el problema del hambre y se contribuiría a lograr el Hambre Cero sin tener que aumentar los costes de producción.

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