Un año más, miles de colillas de unos cuantos en las playas de todos

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Sobre el blog

Jorge Castañeda Pastor
Activista multi-causa. Aquí escribo sobre reciclaje, reutilización y reducción del consumo (y el desperdicio) como vías para contribuir a un mundo sostenible y libre de pobreza y desigualdad

Pues sí, igual que el año pasado y el anterior y el anterior y así hasta no sé cuando las colillas de unos cuantos siguen ensuciando las playas, un espacio que es de todos. Digo unos cuantos para no ofender a los que se las llevan y las tiran a la basura, aunque dado el volumen que he podido ver en algunos arenales, parece que los que cumplen con los mínimos del civismo son los menos. Aios en Galicia y Cullera en Valencia (esta última especialmente) engrosan este año la lista de playas en las que hemos sufrido el tema. Se suman a otras de Cantabria, Asturias, Andalucía,… Así que parece que el problema no sólo se alarga en el tiempo sino que no entiende de sentimientos nacionales, ideología política, lenguas maternas, latitudes y longitudes, temperatura del agua, ni horas de sol.

Año tras año, independientemente del lugar, la pregunta también se repite: ¿qué se puede hacer para acabar con este tema? La lógica nos dice que contar lo desagradable que es encontrar la arena sucia, o cómo tus hijos tienen que hacer un “desminado” de la zona antes de hacer su típico castillo veraniego o cómo aquellos padres que estaban a tu lado casi sufren un síncope cuando su hijo de sólo unos meses se llevaba un par de colillas junto a buen puñado de arena a la boca, debería ser suficiente. Pero no, esto no funciona. No funciona, a las pruebas me remito: la parte no fumadora de la sociedad y la fumadora-y-respetuosa-con-el-prójimo llevamos años diciéndolo y seguimos como estamos.

Tampoco parece que sea efectivo el hacerles llegar noticias como una del Diario de Cádiz de hace un par de años que alertaba sobre la dificultad de limpiar las playas de estos elementos, dado su pequeño tamaño, y del impacto de los compuestos químicos que contienen sobre el suelo y el agua.

Parece, por tanto, que son necesarias otras medidas. Voy a destacar tres que me han gustado especialmente y que, probablemente, de manera combinada nos podrían ayudar a que el año que viene podamos de disfrutar de una arena un poco más libre de residuos.

  • La Rede Galega de Praias Sen Fume, que pretende desnormalizar el uso del tabaco, y que parece que está dando buenos resultados. Comentan en esta noticia en Atlántico que ¡hay personas que incluso se van a fumar fuera de la playa! Me parece un buen paso, aunque se podría ir más allá. Como ya ocurre en los alrededores de los centros educativos, habría que valorar si en estos espacios que son públicos y en el que el protagonismo de niños y niñas es evidente, se podría prohibir fumar. Desde luego mi voto lo tendrían. Seguro que también el del padre del bebé que os comentaba más arriba que compartió furioso con buena parte de la playa que “¡Esto sólo se arregla con multas de 500 pavos por colilla!”.
  • Movimiento #StopColillas promovida por Y a la vuelta la luna. Quizá, si inundamos las redes sociales de fotos de playas (y otros lugares de juegos infantiles) llenos de colillas, a una parte de estas personas la vergüenza les haga click en los cerebros. Y si no tiene efecto al menos nos habremos desahogado poniéndoles verdes en Facebook, Twitter o Instagram. En la cabecera del post foto que demuestra que ya tengo mi imagen impresa, ahora sólo toca empezar a utilizarla.
  • El SDDR para colillas de Alberto Vizcaíno. Lo tiene todo: precios más altos con lo que, según la ley de la oferta y la demanda, menos consumo (mejor salud, por tanto) y, aparte, se incentivaría la recogida y el posterior tratamiento o valorización. Es decir, calles, campos y playas más limpios.

Si conocéis alguna más, encantado de que la compartáis, por ejemplo como comentario en el post. A ver si todas resultan y el año que viene escribo unas líneas contando que estuve en una playa en la que no vi ni una sola colilla.

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