A partir del 1 de septiembre, entra en vigor una normativa del Parlamento Europeo que prohibirá fabricar bombillas halógenas a fin de que sean sustituidas por lámparas LED, si bien los comercios podrán vender las que dispongan en stock.
Se aborda así una nueva medida, tras abandonar la fabricación de bombillas incandescentes en el año 2012 debido a su escasa durabilidad y al elevado consumo energético, con la que se pretende contribuir al cumplimiento del Protocolo de Kioto y limitar la emisión de gases de efecto invernadero.
La ventaja de las bombillas LED es que tienen un gas en su interior, de yodo o bromo, cuyo desgaste del filamento es inferior, resultando más eficientes, toda vez que consumen un 90% menos de energía que las halógenas y tienen una menor carga de residuos. La duración también es mayor (15 años frente a 2), al igual que el ahorro (más del 50% de ahorro en la factura de la luz) y la menor contaminación (cerca de 300 kg de CO2 menos para un hogar medio). Mientras que una luz halógena consume 60 watios, una lámpara LED consume 8 watios, con la ventaja adicional de que estas últimas se pueden apagar solas con la luz natural, con la presencia o con la voz, así como corregir los deslumbramientos, los reflejos o el calor de las lámparas.
Se trata de un paso adelante con el que la Unión Europea pretende incrementar el ahorro energético en los hogares e impregnarlos de una mayor sostenibilidad.
La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) destaca las bondades de un cambio que traerá consigo una iluminación más barata, con una vida útil mayor y un menor impacto energético. Recuerda que las bombillas LED proporcionan la misma cantidad de electricidad, pero consumiendo una décima parte de energía, siendo hasta 10 veces más eficientes que la antigua bombilla incandescente.
No obstante, espera que, a pesar de que las LED eran considerablemente más caras hasta ahora, el aumento de la oferta suponga una bajada de precios.
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