En su afán de contribuir a un mundo mejor a través de la gestión sostenible de los residuos urbanos, Os Bolechas (Carlos, Loli, Pili, Braulio, Sonia, Tatá y el perro Chispa) deleitan a los escolares gallegos con un nuevo episodio plasmado en un libro infantil que, bajo el título “Que se bota no contedor amarelo”, promueve Ecoembes, en colaboración con la Consellería de Medio Ambiente e Ordenación do Territorio.
Conscientes de que los envases aglutinan una buena parte de los residuos que se producen a diario en los hogares, se afanan en seleccionarlos correctamente para facilitar la labor de la planta de clasificación y propiciar que lleguen a los centros recicladores en buenas condiciones, donde serán transformados en nuevos productos, contribuyendo de esta forma al ahorro de energía y materias primas vírgenes.
Advierten de que en el contenedor amarillo únicamente se pueden depositar envases de plástico, latas y briks vacíos, y llaman la atención sobre el hecho de que, aunque haya materiales que estén fabricados con plástico, como es el caso de juguetes, perchas, cubos, cubiertos y pañales, entre otros, su destino debe ser el contenedor genérico, toda vez que no tienen la condición de envases ni envoltorios.
Insisten en hacer una correcta separación de los residuos en las propias viviendas, recordando que, además del amarillo, hay diferentes contenedores en las vías públicas destinados a acoger otros desechos: azul, para los envases de cartón y papel; iglú verde, para los envases de vidrio (botellas, frascos y tarros); y recipiente específico para pilas, además de los puntos limpios, recintos cerrados cuya función es recepecionar residuos de carácter especial tales como voluminosos, aparatos eléctricos y electrónicos, fluorescentes, pinturas, aceites, etc.
Un sencillo gesto para un resultado redondo
En el caso del amarillo, detallan los envases plásticos que deben introducirse en el mismo (botellas de agua, de refresco, de leche, frascos de champú y de gel, tarrinas de mantequilla, vasos de yogur, envoltorios de las galletas e incluso las bolsas de los comercios), así como los metálicos (latas de conserva, botes de refresco, bandejas de aluminio, …) y briks (de refresco, leche, zumos, caldos, etc).
No obstante, llaman la atención respecto a los envases de medicamentos, que tienen sus propias vías de recuperación a través de los puntos Sigre habilitados en las farmacias.
Si bien los envases de plástico, las latas y los briks pesan poco, lo cierto es que tienen mucho volumen, haciéndose necesario aplastarlos para facilitar su depósito en el contenedor amarillo y propiciar que ocupen el menor espacio posible dentro del mismo.
Cooperando en la recogida selectiva, posibilitaremos que estos materiales cobren una nueva vida transformándose en otros tales como mangueras, bolsas, moquetas, parques infantiles y latas, entre otros.
Una buena ayuda en el proceso de separación es el punto verde (flecha invertida), que identifica a los envases que ponen en el mercado las empresas que dan debido cumplimiento a las obligaciones legales en la materia, garantizando su posterior reciclado.
La publicación concluye con una serie de actividades didácticas con las que los pequeños pueden llevar a la práctica lo aprendido. Viñetas para colorear, adivinanzas y sopas de letras son algunos de los pasatiempos instructivos que permiten reforzar y afianzar conocimientos.
Comentarios