El hall de la Casa Consistorial de Cerceda acoge hasta el próximo 11 de febrero, una exposición a través de la cual los vecinos podrán tomar nota de diez consejos básicos para reducir la producción de residuos en origen y contribuir con ello a una mejor gestión de los mismos.
La muestra, conformada por paneles ilustrados con textos e imágenes, se hace eco de recomendaciones claves para incidir en el primer y más importante eslabón en la gestión jerarquizada de desechos que pregona la Unión Europea y que se recoge en la normativa vigente: la prevención y la reducción, seguidas por la reutilización y el reciclaje.
Planificación y sentido común
Planificar y hacer una lista de lo estrictamente necesario constituye la primera premisa a tener en cuenta. Asimismo, se incide en la conveniencia de dar prioridad a los productos locales y de temporada a fin de disminuir las emisiones de CO2 procedentes del transporte.
La exposición concede especial atención a la disminución del desperdicio alimentario
Dar preferencia a la adquisición de artículos a granel y con el menor envase y embalaje posible se erige en otra de las recomendaciones, al igual que recuperar el tradicional carro de la compra y llevar la propia bolsa de casa al mercado, evitando con ello el masivo consumo de bolsas plásticas no biodegradables, con una vida útil estimada en tan solo 12 minutos: el tiempo invertido en llevar la mercancía hasta el propio domicilio.
También se hace hincapié en la conveniencia de moderarse a la hora de imprimir, optar por pilas recargables (una sola pila botón puede llegar a contaminar hasta 600.000 litros de agua) y donar la ropa que ya no se utiliza a entidades benéficas para que pueda ser reutilizada y reciclada con fines sociales
Disminuir el desperdicio alimentario, una prioridad
Bajo el epígrafe “Con la comida no se juega”, la exposición concede especial atención a la disminución del desperdicio alimentario. No en vano, en Europa se pierde un tercio de los alimentos que se producen, dando lugar a un grave problema con serias consecuencias para el medio ambiente, la economía y la sociedad. En este sentido, cabe señalar que el hogar contribuye, con un 42%, a este fenómeno, que también resulta importante en otras fases de la cadena alimentaria tales como la producción, el transporte, la distribución y la comercialización.
Según datos de la Comisión Europea, cada año se tiran en Europa 100 millones de toneladas de alimentos y esta cifra podría llegar hasta los 120 millones en 2020. Se calcula que los recursos alimentarios que se pierden o de derrochan podrían ser suficientes para alimentar dos veces a todas las personas que sufren hambre en el mundo.
Además de todo ello, el desperdicio alimentario es el tercer emisor de carbono en el conjunto de países de la UE.
Es por ello que se apunta a la necesidad de revisar periódicamente la despensa y la nevera, diferenciar entre fecha de caducidad (momento a partir del cual un alimento no es apto para el consumo) y fecha de consumo preferente (momento a partir del cual el alimento puede perder cualidades tales como presencia, textura, olor y sabor, siendo perfectamente válido para el consumo), ajustar las raciones al número de comensales, aprovechar las sobras para la elaboración de nuevos menús y olvidarse del viejo dicho de “más vale que sobre a que falte”.
De hecho, Sogama editó en su momento una publicación “Para repañar o prato!”, en la que se contemplan distintas recetas de cocina con sobras (entrantes, platos de carne y pescado, y postres), así como trucos para conservar los alimentos en buen estado durante más tiempo. Asimismo, habilitó un sitio web, www.aproveitatedoquechesobra.es, a través del cual describe el problema que representa el desperdicio alimentario, las razones por las cuales la comida acaba en muchas ocasiones en el cubo de la basura, y formas de hacer frente a esta situación, que requiere de la implicación de todos: gobiernos, empresas y consumidores.
El objetivo de la Unión Europea es reducir a la mitad, de aquí al año 2030, el desperdicio de alimentos.
Cada cosa en su sitio
La empresa pública recuerda también la importancia que tiene separar los residuos en origen y depositar cada fracción en el contenedor correspondiente para garantizar su posterior recuperación y reciclado: amarillo, para latas, briks y envases de plástico; azul, para envases de cartón y papel; iglú verde, para envases de vidrio; recipientes específico para pilas; y contenedor verde convencional, para la fracción resto.
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